Drogas de Diseño
La problemática de las drogas en nuestra sociedad se ha erigido como una seria amenaza para la salud pública. Los cárteles de narcotráfico, en su afán de adaptarse a las dinámicas cambiantes, han ajustado sus estrategias, reduciendo el tráfico de sustancias como la marihuana y la heroína, para intensificar la distribución de drogas sintéticas o de diseño, así como la cocaína. Un fenómeno adicional que ha exacerbado la situación es la adquisición de una diversidad de nuevos compuestos químicos a través de plataformas en línea, con la posterior entrega por correo.
Las drogas de diseño, conocidas por sus efectos eufóricos similares a la MDMA y las distorsiones visuales propias del LSD, experimentaron una prohibición generalizada en los noventa. Sin embargo, una de ellas, el 2C-B, logró subsistir y encontrar su lugar en las discotecas europeas. Hacia finales de la década de 2000, el 2C-B se introdujo en los clubes nocturnos de Colombia, gracias a la influencia de jóvenes de Medellín que lo importaron en pequeñas cantidades desde Europa mediante envíos postales. Estos jóvenes, según un artículo del periódico "El Colombiano", comenzaron a distribuirlo en sus círculos sociales de clase alta, predominantemente en forma de polvo blanco o en la característica píldora rosa que continúa siendo representativa del 2C-B en la actualidad.
Este compuesto pronto llamó la atención como una “droga de élites”, destacando por ser un producto sintético europeo mucho más costoso que la cocaína producida localmente, la cual experimentó un aumento en el consumo entre las clases medias y obreras en Colombia. Este cambio de preferencias se vio impulsado por tácticas de marketing ingeniosas, como la mezcla del polvo 2C-B con un colorante rosa para alimentos de olor agradable. Julián Andrés Quintero, sociólogo investigador de Acción Social Técnica, una ONG colombiana dedicada al estudio de políticas de drogas, señala que esta estrategia no solo hizo que el consumo fuera más placentero, sino que también creó una nueva y sorprendente estética visual.
En los últimos años, ha surgido un nuevo producto que ha ganado notoriedad en el ámbito de las drogas recreativas: el tusi o tusibí, también conocido como Nexus o Eros. A pesar de su creciente popularidad en las fiestas, es común encontrarse con individuos que desconocen por completa su existencia. Este compuesto es un cóctel de diversas sustancias, y su receta no sigue un estándar definido (Sánchez, 2023). La presentación comercial del tusi adopta la forma de un polvo similar a la cocaína, pero con el distintivo color rosa en lugar del blanco característico de esta última. Aunque técnicamente podría tener un tono lechoso, se le añaden tonalidades llamativas para mejorar su comercialización y diferenciarlo de otras sustancias psicoactivas, estableciendo así su propio nicho en el mercado.
Según los análisis de laboratorio realizados por Energy Control, financiados por el Ministerio de Sanidad de España, el tusi contiene principalmente tres sustancias: ketaminas, cafeína y MDMA (éxtasis). La concentración de cada componente puede variar significativamente, y en promedio, la ketamina representa el 34%, la MDMA el 11% y la cafeína el 14% del producto total (Sánchez, 2023). En un estudio donde se examinaron 72 muestras de tusi, se encontró que 32 de ellas contenían ketamina, MDMA y cafeína; 14 tenían ketamina y MDMA; y las demás presentaban combinaciones de estas tres sustancias con otras.
Los fabricantes de esta sustancia, comercializada como polvo rosa para esnifar, también incorporan opioides y benzodiacepinas a la fórmula con la intención de generar adicción. La composición final es altamente variable, y la mayoría de quienes acceden a la droga desconocen completamente qué están comprando y consumiendo realmente.
Las investigaciones sobre el tusi (2C-B) han permitido identificar que sus distintas muestras varían en composición y, por ende, en sus efectos sobre el organismo. Este hecho añade un nivel adicional de peligrosidad, ya que los consumidores no pueden prever con certeza los resultados de su consumo.
La ketamina, una de las sustancias presentes en el tusi, es conocida por ser una droga potente y peligrosa. En dosis elevadas, puede causar pérdida del conocimiento, coma, convulsiones, derrames cerebrales, asfixia, paro cardíaco y, en casos extremos, la muerte. La combinación de los elementos presentes en el tusi produce efectos alucinógenos, siendo comunes pupilas dilatadas, alucinaciones con ojos abiertos o cerrados, alteraciones del sistema nervioso central, euforia, cambios emocionales, ansiedad, confusión y paranoia.
El componente principal del tusi, el 2C-B (4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina), es un estimulante cuyos efectos recreativos aún no se conocen completamente, pero parece inducir alucinaciones visuales y auditivas, además de elevar el estado de ánimo de De manera similar a la MDMA. A diferencia de la cocaína, el tusi no proviene de las hojas de una planta, sino que es completamente sintética. Fue sintetizado por primera vez en 1974 por el químico estadounidense Alexander Shulgin, quien también popularizó la MDMA.
Inicialmente, la 2C-B fue utilizada como una herramienta terapéutica, y una compañía farmacéutica alemana la comercializó como afrodisíaco bajo el nombre de "Erox" en los años noventa. Tiendas holandesas vendían tabletas de 2C-B bajo el nombre de "Nexus". Aunque inicialmente las autoridades gubernamentales no estaban familiarizadas con esta droga, su popularidad creció cuando se prohibió la MDMA en 1985. Temporalmente se vendió en los Estados Unidos como un sustituto legal del éxtasis, pero ahora está prohibido en ese país. Las Naciones Unidas clasifican al 2C-B como una sustancia de la Lista II, lo que implica restricciones legales a su distribución en todo el mundo, aunque no está
Esta droga está asociada con complicaciones cardiovasculares, neurológicas, metabólicas, renales y musculares letales e irreversibles, según un estudio realizado por Marie Claire Berrouet Mejía, toxicóloga y docente de farmacología y toxicología.
Las drogas son perjudiciales tanto para la salud de quienes las consume, como para las personas quienes lo rodean, siendo estas últimas que viven con la impotencia de no saber cómo sacar de la adición a un ser querido.
En Narconon no creemos que la adicción es una enfermedad, se trata de una condición que puede mejorar. Por ello, no tratamos con pacientes, sino con estudiantes que están aprendiendo nuevas habilidades para la vida.
En Narconon Latinoamérica, estamos dedicados a una cosa: ayudar a las personas que así lo requieran a que superen la adicción a las drogas y al alcohol en todo momento.
Parte de lo que hace esto posible es que hemos tenido en cuenta cada detalle en nuestro Centro, a fin de brindarle a cada estudiante la estabilidad y comodidad que necesitan para ayudarles a que se liberen de la adicción y reconstruyan sus vidas sin drogas.