El Gran Viaje
Tres años y tres meses libre de la adicción al alcohol y a las drogas psiquiátricas.
Mi cumpleaños número 39. Mi prometido lo había sido planeado con mucho entusiasmo; iba a ser en casa, con nuestra familia y amigos más cercanos. Ya había pasado por un proceso de internamiento en un anexo pero aún tenía el efecto de los fármacos antidepresivos y ansiolíticos.
Por aquel tiempo, mi prometido y yo estábamos planeando una bella boda y yo estaba supuestamente rehabilitada y lista para continuar con mi vida después de la pesadilla que durante años sufrí con mi primer marido a causa de las adicciones. ¿Qué podía salir mal en mi cumpleaños número 39? ¿Qué más daba si tomaba algunas copas con la felicidad que me invadía en ese cumpleaños? …
Tal cual como había sucedido un par de años antes, perdí el control de lo que bebía, estaba totalmente fuera de mí y ya no soportaba más vivir de esa manera, quería acabar con ese sufrimiento y quería terminar con mi vida. Sentía una terrible vergüenza con mi prometido, además de que sabía que esa misma noche me dejaría. ¿Quién quiere formar una familia con una persona que no puede controlar su manera de beber?
Mi prometido hizo el acto más grande de amor que una persona que ama a otra puede hacer. A través de una amiga muy querida, contactó a Narconon. Horas más tarde un miembro del personal de Narconon llegó a mi casa y por horas trató de convencerme. Yo me rehusaba totalmente porque en aquel internamiento había sufrido mucho y pensaba que iba a ser igual. Al final accedí a ir a conocer las instalaciones.
Me recibieron de la forma más cálida, a pesar de que la noche ya estaba avanzada. Fueron muy pacientes al explicarme todo el proceso y recordé el último abrazo que me había dado mi papá horas antes. Además de que me había pedido que superara lo que estaba atravesando, a él ya no le quedaba mucho tiempo de vida pues era un hombre enfermo.
Acepté quedarme y cuando mi familia se despidió, mi prometido también lo hizo terminando la relación. A los muy pocos días de haber comenzado el proceso, recibí la peor noticia de todas, mi papá había fallecido. Tuve dos opciones, salir corriendo y dejar de tener esperanzas y no esperar nada del mundo (ya no podía hacer nada por mi papá) o quedarme y resolver muchos problemas que estaban cavando mi tumba.
“Elegí quedarme y comenzar con el más hermoso viaje que he hecho y cuyo destino final fue encontrarme conmigo misma”.
Elegí quedarme y comenzar con el más hermoso viaje que he hecho y cuyo destino final fue encontrarme conmigo misma.
A lo largo de casi tres meses, me desintoxiqué completamente en la sauna y mi mente comenzó a pensar de manera más clara. Cuando hice los procesos objetivos me di cuenta de que estando en tiempo presente es cuando resuelves los problemas y evitas que estos sucedan. Durante los cursos de destrezas para la vida, adquirí muchas herramientas que me han servido para discernir con quien juntarme, aprendí a remediar lo que había hecho y a quienes había herido durante mi consumo. Asimismo aprendí a manejar las situaciones donde hay alcohol (desafortunadamente vivimos en un mundo con demasiados agentes que propician el consumo y que, en definitiva, cuando haces el proceso, no sientes ni necesidad ni deseo de consumir).
Al salir de Narconon, ahora sí estaba lista con mis maletas para crear y construir mis metas. Salí siendo aquella mujer, alegre, emprendedora e inteligente que se había tropezado y que gracias al personal y al Programa de Narconon, se sacudió las piedritas de las rodillas y volvió a volar.
Hoy formo una linda familia con aquel hombre que sólo me dejó libre para que encontrara mi camino. Hoy disfruto mi día a día con los retos de mi trabajo y lo más maravilloso es que, cuando enfrento problemas, lo hago de manera natural, sin substancias y eso me hace muy feliz, devolviéndome la confianza en mí.
“No Existe una Persona Viva que No Pueda Empezar de Nuevo”
L. Ronald Hubbard
P.G.G., Graduada de Narconon